Alicia Fernández es ingeniera aeroespacial de Indra y actualmente desempeña su labor en el Ejército del Aire y del Espacio dentro de la Sección de aviones de caza americanos de la Dirección de Ingeniería e Infraestructuras del Mando de Apoyo Logístico, contribuyendo a la operatividad y mantenimiento de estos aviones.
Su trayectoria está marcada no solo por su sólida formación y experiencia en un entorno exigente, sino también por una vocación genuina por la aviación que la impulsa a colaborar en la conservación del patrimonio aeronáutico, reflejando su profundo compromiso con el sector.
¿Tu interés por la aeronáutica es vocacional o profesional?
A pesar de que la profesión pueda percibirse atractiva por las oportunidades de crecimiento, estabilidad y prestigio que ofrece, me cuesta encontrar a compañeros en el mundo de la aeronáutica que no se vean realmente impulsados por un fuerte interés vocacional. En mi caso, el interés por la aviación me ha llevado a colaborar activamente con organismos que velan por la conservación del patrimonio aeronáutico en España.
¿Sientes pasión por volar?
Si, desde que tengo uso de razón. Recuerdo estar haciendo los deberes del colegio en el escritorio de mi habitación mientras observaba desde la ventana como despegaban y aterrizaban aeronaves en Cuatro Vientos. Aquellos «pájaros metálicos» despertaron tanto mi curiosidad que llegué a imaginar pegar alas al coche familiar. Mi primer vuelo en un avión de pasajeros fue revelador: experimentar la sensación de despegarme del suelo y ver el mundo desde esa perspectiva fue lo que realmente me hizo soñar con dedicarme a la aviación.
¿Qué recuerdas de tu etapa universitaria?
Conseguir ser ingeniera aeronáutica ha sido sin duda una de las cosas más gratificantes de mi vida. Los años de universidad no fueron fáciles, pero me sirvieron para demostrarme a mí misma que con trabajo y confianza podía conseguir lo que me propusiese. Nunca fui la número uno de mi clase, pero tuve los objetivos claros desde el principio. Como le ocurre a la mayoría de estudiantes de ingeniería, la necesidad de priorizar mi futuro me llevó a dejar atrás muchas cosas, aunque hoy en día puedo asegurar que mereció la pena.
¿Qué asignatura te marcó?
Probablemente el campo de la mecánica de fluidos, incluso a día de hoy es el que mayor respeto y admiración me produce. Gracias al estudio de esta importante rama de la física somos capaces de comprender, entre otras cosas, la aerodinámica que nos permite surcar los cielos.
¿Qué aspectos de tus estudios crees que te prepararon mejor para tu carrera profesional?
Considero que la disciplina, la abundante capacidad de trabajo y el pensamiento crítico son las competencias adquiridas durante los estudios que más nos benefician a los ingenieros de cara al futuro profesional. Para mi han sido las herramientas que me han ayudado a llegar donde estoy y me permiten continuar avanzando.
¿Cómo llegaste a trabajar para el Ejército del Aire y del Espacio?
Mi primera toma de contacto con el Ejército del Aire y del Espacio –y con el mundo de la aviación militar en general– fue al finalizar el grado en ingeniería aeroespacial. Tuve la gran oportunidad de pasar unos meses en el, por entonces, 802 escuadrón del Ala 46, en la base aérea de Gando (Gran Canaria). Mi cometido allí fue revisar el plan anticorrosión de los helicópteros Super Puma, ya que el clima subtropical es especialmente agresivo para las aeronaves. Aunque después formé parte de otras empresas civiles del sector, no dudé en aprovechar la siguiente oportunidad que tuve de volver a trabajar para el EA, hasta día de hoy.
¿Cuál ha sido tu función en estos años?
Desde hace casi tres años desempeño mi labor como ingeniera en la Sección de aviones de caza americanos de la Dirección de Ingeniería e Infraestructuras, en el Mando de Apoyo Logístico. Mi trabajo es muy dinámico y asumo tareas de distinta índole aplicadas a varios tipos de aeronaves, también no tripuladas. Entre ellas, se encuentran la gestión logística de reparaciones de elementos y equipos del F-18, o la gestión del mantenimiento de la aeronavegabilidad continuada de los RPAS ligeros, cuya presencia en diferentes escenarios es cada vez más evidente.
¿Cuál ha sido el proyecto o experiencia más gratificante que has tenido trabajando en el Mando de Apoyo Logístico?
Siempre tratamos de orientar nuestros esfuerzos a dotar de la máxima capacidad operativa a las unidades aéreas. Ver a los F1-8 españoles participando en ejercicios conjuntos o en misiones como las que se están llevando a cabo en Lituania y Rumanía nos lleva a pensar que es posible gracias al trabajo diario de todos y cada uno de los profesionales que formamos parte de esto.
¿Qué destacas de tu trabajo con el personal militar del EA?
Me siento muy agradecida de poder aprender de los grandes profesionales que forman el Ejército del Aire y del Espacio. Trabajar codo con codo con personas con tan dilatada experiencia y conocimiento es el sueño de cualquier profesional. Esta excelencia sumada al sentimiento de compañerismo y al espíritu de servicio y compromiso con la defensa nacional genera un ambiente de trabajo que resulta ideal.
Recientemente has terminado el master de ensayos en vuelo, ¿Qué ha supuesto para ti?
Cursar este máster ha sido una oportunidad de crecimiento profesional y personal. Esta formación me ha permitido trabajar en entornos de vuelo real y mejorar tanto en la coordinación con la tripulación como en mi capacidad para tomar decisiones enfocadas en la seguridad y eficiencia.
¿Dónde te ves en unos años?
Me gustaría seguir formando parte de esta gran familia, enfrentarme a nuevos retos, asumir más responsabilidades y, en general, seguir mejorando.
¿Qué les dirías a los futuros ingenieros aeronáuticos?
Que confíen en su potencial y que no pierdan nunca las ganas de seguir aprendiendo. El sector de la aeronáutica ofrece infinidad de posibilidades profesionales, a cada cual más emocionante. El futuro de la aviación está en nuestras manos, por lo que hay que perder el miedo a ser ambicioso.
